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Qué son las startups camello y por qué no están sufriendo la ola de despidos

Qué son las startups camello y por qué no están sufriendo la ola de despidos

Un modelo de crecimiento orgánico, sin inversión y a conciencia: las tres para surfear tiempos de crisis evitando despidos

Por más que estén hosteando el primer mundial de fútbol de la historia que comenzó en noviembre, la verdadera pasión deportiva de los cataríes no es el balompié sino las carreras de camellos. Sí. Así como lo está leyendo. Pero no sólo eso… los tipos son tan fanáticos de los camellos y la tecnología que desde 2005 tienen un torneo de carreras de camellos con robots jinetes.

Los camellos son animales fascinantes. A pesar de parecer más bien mamíferos pesados y lentos para nada aptos para carreras, pueden alcanzar velocidades de entre 40 y 67 kilómetros por hora, además de que pueden viajar largas distancias con cargas de hasta 270 kilos y estar 4 semanas sin tomar agua gracias a la cantidad de reservas que almacenan en su cuerpo.

Las startups camello

Las características que recién mencionamos sobre los camellos dieron origen a un concepto que está captando especial interés en los últimos meses en el contexto de una ola global de despidos en startups tecnológicas: las “startups camello”.

Qatar tiene un torneo de carreras de camellos con robots jinetes

En los últimos cinco años experimentamos una lluvia internacional de inversiones que puso en boca de todos un animal ficticio que parece un caballo pero con un extraño cuerno en la cabeza. El unicornio se volvió el ideal de empresa, con un modelo de crecimiento rápido, ágil y atractivo que generaba el interés y grandes inversiones por parte de capitales globales.

Pero hoy el mundo tecnológico está viviendo grandes transformaciones y atravesando una ola de despidos principalmente por el freno de los capitales de inversión a nivel global, que se vuelven un poco más cautos. Desde Goldman Sachs afirman que “la era de la excepcionalidad tecnológica probablemente haya terminado”, haciendo referencia a una década (2010-2021) en la que las ganancias de las grandes empresas tech fueron verdaderamente extraordinarias más allá de cualquier vaivén económico.

En el desierto y sin inversión

Los camellos, a diferencia de los unicornios, no corren en el bosque sino que caminan en el desierto. Atraviesan grandes distancias sin recibir agua ni inversión, con reservas generadas por un modelo de crecimiento orgánico, con una estructura resiliente y diseñada pensando en el largo plazo.

Los camellos, a diferencia de los unicornios, no corren en el bosque sino que caminan en el desierto

¿Cuál es la clave entonces de las “startup camello”? Fondear con el capital de lo que venden. Desarrollando un negocio que le permita sostenerse y crecer a partir del trabajo que generan, sin depender de inversiones iniciales. Muchas veces, estas inyecciones abrumadoras de capital, generan una falsa sensación de abundancia que contrasta con una cultura austera de los camellos, especialmente útil en tiempos de crisis.

El modelo de crecimiento orgánico, por su parte, prioriza los proyectos a largo plazo por sobre el crecimiento acelerado, aunque sin abandonar la agilidad que requiere moverse en el mundo tecnológico. La sanidad financiera es un punto primordial. No olvidemos que el camello puede correr carreras si se lo propone. Sólo que muchas veces no lo elige.

Revalorizar la PyMe

La palabra startup parece sinónimo de lo nuevo. El concepto es trendy, canchero, buena onda. Mientras que, por su parte, la palabra “pyme” quedó relegada al anaquel de los conceptos del pasado.

Si por startup entendemos a grandes empresas que crean tecnología disruptiva para convertirse en el nuevo “Uber” de su rubro, estamos teniendo una visión muy sesgada de qué es emprender en tecnología. Existe en el mercado otro modelo y otro tipo de empresas que trabaja de forma ágil, usa tecnología de frontera, pero elige un crecimiento a largo plazo y más estable.

Sin ponernos nostálgicos, existen muchas cosas del viejo modelo laboral que puede ser interesante recuperar, sabiendo que los tiempos cambian y necesitan adaptación. Los proyectos a largo plazo, el compromiso y la camiseta puesta son ideas que parecían enterradas, y que los camellos empiezan a traer de vuelta a la superficie.

En un mundo donde los trabajadores tenemos muchos sombreros y pocas camisetas, la crisis nos puede llevar a revalorizar el largo plazo. Y no está mal.

 

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